Este procede de la colección real de 1666. El estudio técnico y la restauración han revelado que se trata de la copia más reciente de la Gioconda, también hecha en el taller de Leonardo.
Los materiales utilizados son de gran calidad, a pesar de la inferior calidad respecto al original. Su mayor interés reside en que, el dibujo preparatorio y hasta casi los últimos estadios, se repite el proceso creativo original. Las dimensiones de ambas figuras son idénticas y fueron calzadas del mismo cartón. La prueba más evidente de que las dos obras fueron realizadas al mismo tiempo es que cada una de las correcciones del dibujo subyacente original se repite en la versión del Prado, lo que demuestra que el autor tuvo en cuenta los elementos que Leonardo dibujó en las capas subyacentes.
Todo esto apunta a un miembro del taller de Leonardo, como Salai o Francesco Melzi, los alumnos más cercanos a Leonardo y que tenían acceso directo a sus dibujos.
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