Julio, un pequeño niño que vivía en Francia, era muy feliz, se divertía como todos los niños de su edad hasta que llegó el caos a su ciudad, Toulouse. Llegaron los francos arrasaron con todo lo que estuviera en su camino. Se quedaron sin agricultura, ganadería y comercio de ambas. Los más ricos de la ciudad refugiaron en sus almunias que estaban a las afueras de la ciudad. Para poder vivir mejor contrataron guardias y gente que les protegiera de los ataques a cambio de comida y refugio para ellos.
Julio era hijo de uno de los grandes señores de la ciudad por lo que vivía en una de las almunias más importantes de la ciudad. No salía de allí para nada y sufría porque veía a todos los esclavos trabajando para su familia. Una noche, Julio, decidió escaparse al cobertizo donde vivían los esclavos para llevarles agua y comida. Eso se convirtió en rutina, cada noche bajaba a llevarles algo hasta que su padre le pilló y le obligó a trabajar como esclavo a él también por defraudar a la familia.
El padre de Julio murió y aunque el fuese un esclavo más, era el heredero de la almunia por lo que liberó a todos los esclavos para que pudieran vivir mejor.
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